Resumen:
La activación de fallas corticales puede tener importantes consecuencias debido principalmente a sus menores profundidades y su ubicación en el continente cercano a asentamientos urbanos, por ello es importante su estudio, sin embargo, la dificultad que tiene su reconocimiento y las incertidumbres que existen en cuanto a sus dimensiones, desplazamiento y periodos de recurrencia, hacen más complicado esta tarea.
Un nuevo enfoque dentro de la estimación de la peligrosidad sísmica es el volumen sismogénico, un volumen de roca que es activado durante la ruptura de una falla. Este volumen está asociado a una falla cortical y su máxima profundidad de nucleación, considerando esta profundidad similar a la transición frágil-dúctil, o a un despegue geológico caracterizado en sectores cordilleranos y de trasarco. A partir de un modelo termo-mecánico es posible obtener esta transición, mientras que el despegue se puede estimar a partir del análisis de diferentes secciones estructurales que existen para el área. Dentro de la ecuación del volumen, además de la profundidad máxima, también ingresa un ángulo de manteo del plano de falla (α) y una razón C que relaciona el largo de la falla con su profundidad. A partir de este volumen y mediante relaciones empíricas es posible obtener una magnitud máxima asociada, la cual podemos precisar de mejor forma en áreas más pequeñas con valores de C y α bien conocidos. Esta metodología es independiente del tiempo, es decir, utiliza parámetros físicos para obtener magnitudes, sin considerar los catálogos sísmicos que puedan existir.
El input más importante de esta metodología es la profundidad de la transición frágil-dúctil entregada por el modelo termo-mecánico, por ende, es evaluada la sensibilidad del modelo a la variación de diferentes parámetros termales y mecánico, y cómo esta variabilidad se traduce en incertidumbres que se propagan hacia el volumen sismogénico y finalmente, hacia la magnitud.
