Resumen:
La importancia del recurso agua, para sustentar las actividades humanas es una realidad innegable. El resguardo y protección de las cuencas hidrográficas, constituye una labor multidisciplinar indispensable, para construir un territorio sustentable, que optimice el uso y garantice la disponibilidad y calidad del recurso. En nuestro país, los conflictos ambientales y el acceso a la justicia ambiental (Bermúdez, 2010) constituye un problema latente, donde gran cantidad de las causas y efectos de los conflictos giran en torno al recurso hídrico, siendo las incompatibilidades, conflictos de uso y la contaminación, los factores detonantes. De acuerdo con el informe del (CR)2, el territorio comprendido entre las regiones de Coquimbo y la Araucanía ha experimentado un déficit de precipitaciones cercano al 30%. Esta pérdida de lluvias ha permanecido desde entonces en forma ininterrumpida y ocurre en la década más cálida de los últimos 100 años, exacerbando el déficit hídrico a través de la evaporación desde lagos, embalses y cultivos. Este fenómeno denominado “megasequía”, tiene su origen en causas naturales y también antrópicas. Se estima que el 25% del déficit de precipitación durante la megasequía es atribuible al cambio climático antropogénico. Frente a esta problemática, la creación de medidas para proteger el recurso hídrico se torna urgente y necesaria, para el resguardo y la optimización de su uso.