Resumen:
La cuestión de la temporalidad es, por cierto, siempre fecunda y de difícil
estudio, ya sea por vía de buscar un consenso más o menos pluralista en cuanto, al
tiempo, o bien, por el marcado sesgo del investigador de atraer sobre sí, una nueva
concepción temporal a fuerza de ser esta no más que una juntura de las otras propuestas.
Consecuentemente con la dificultad de dicha empresa, todo aspecto de la temporalidad
que se ha suscitado, desde Husserl hasta Heidegger, y quizás hasta mucho más atrás
como el de los presocráticos, Heráclito como también los postsocráticos con Platón1
y Aristóteles2 han quedado siempre en la frontera de los ontológico y no han podido a fuerza de querer hacerlo, compenetrar el tan anhelado aspecto epistemológico del
tiempo. De esta forma la temporalidad oscila, entre temporalidad fenomenológica y temporalidad existencial, respectivamente y, por tanto no pasan de ser una ontología del
tiempo.