Resumen:
En América Latina se vive la paradoja de un alejamiento cada vez mayor de las personas de la política y a su vez de una legitimidad del sistema político democrático que se ha ido institucionalizando (Baquero, 2001). Nuestro país también ha sido parte del proceso descrito, viviendo “un déficit de política en relación a la modernización económica” (Lechner, 1998:233). Si bien, los motivos de tal situación son variados y no por todos compartidos -la dictadura militar, el modelo neoliberal imperante o la apatía de las personas-, es claro que la política ha cambiado para los individuos de nuestro país. Si ampliamos la mirada al escenario mundial, la política también se ha transformado, debido a fenómenos que incluyen desde el colapso del comunismo hasta la globalización del mercado, lo cual se ha traducido en un malestar frente a la política (Lechner, 1997). Chile por su parte, ha vivido grandes cambios políticos, económicos y culturales durante los últimos cuarenta años, lo que ha marcado y ha influido en las formas de relacionarnos, las percepciones y valoraciones que hacemos de los distintos ámbitos de la realidad y del propio ser humano. Dicho periodo se caracterizó por tres grandes hitos: un primer Gobierno Socialista elegido democráticamente, un Golpe de Estado y finalmente el retorno a la Democracia.